Laguna del Jaral Medano del Asperillo

LongitudDuraciónDesnivelTipoDificultadA pieEn biciEn coche
longitudduraciondesniveltipo circulardificultad altaruta a  pie posibleruta en bici no posibleruta en coche no posible
5,6 km3,5 horas0CircularAltaSiNoNo

Este sendero está diseñado para aquellas personas que deseen realizar trayectos algo más duros, con una pizca de aventura y en estrecho contacto con la naturaleza.

Parte desde la carretera de Huelva - Matalascañas (H- 492) a la altura del Km. 46 se desarrolla de forma circular y es especialmente atractivo por sus espectaculares vistas tanto del Océano Atlántico como de las amplias llanuras verdes del Abalario. El suelo es de arena muy fina y blanca que hace aún más duro el camino, presentando varios tramos difíciles por su acusada pendiente, por lo que es recomendable llevar siempre agua y realizarlo en horas o épocas en las que no haga excesivo calor.

 

mapa de ruta
 

El recorrido es muy parecido a la Pasarela de Manali, pero mas abrupto y con mayor contraste. Se inicia por un sendero que discurre entre pinares viejos a pesar de su escaso tamaño y que se encuentran muy apretados unos contra otros, en algunos casos se hacen prácticamente impenetrables. Dichos pinares se plantaron a mediados de este siglo con la intención de que la duna no continuará su avance, y posteriormente poder dedicar toda la franja litoral a urbanizaciones turísticas.

A unos 200 metros del inicio, a la derecha del sendero aparece una laguna que se inunda sólo en épocas de lluvias, a este tipo de lagunas situada a los pies de las dunas se les denomina "lagunas peridunares", existen muchas de ellas desde Huelva hasta la desembocadura del Guadalquivir. Como podrás apreciar en la zona más baja abundan los juncos, unas plantas de hojas muy alargadas y cilíndricas terminadas en puntas que necesitan mucha humedad y que tradicionalmente se ha utilizado como techo para hacer chozas en el campo. Además de esta especie se pueden encontrar algunos brezos y tojos.

Si se continua por el sendero que bordea la laguna unos 400 metros más y después giramos a la izquierda, se llega justo al frente de la duna. Hay que recordar que las dunas avanzan siempre desde el mar hacia el interior. Aparece un sendero que inicia la subida a la duna, esta subida es muy acusada en estos primeros metros y alrededor de ella podemos encontrar, camarinas, algunos labiérnagos, y algunas plantas aromáticas como el romero y el tomillo, todas ellas junto con la sabina, de aspecto cónico, y que se localiza al resguardo de los vientos salinos que provienen del mar.

Unos 200 metros después aparece un carril a fa derecha del sendero que es el que deberás seguir. Este carril se interna por el pinar con una gran pendiente y estrechez. Una vez salvada la cuesta, 300 m. adelante, el sendero se suaviza bastante e incluso tiende a bajar. Si miras a la derecha una vez acabada la subida podrás contemplar la laguna desde arriba. Si tiene agua, un intenso azul te la mostrará rápidamente, si está seca el contraste de vegetación te ayudará a identificarla.

Una vez realizado este pequeño descanso para observar la laguna se continúa el sendero rodeado de pequeños pinos, que no crecen más debido a la pobreza del suelo, y de matorral adaptado a la sequía y las lluvias irregulares, apareciendo las aulagas, el romero y sobre todo el jaguarzo blanco, cuyas hojas dan una tonalidad plateada a todo el conjunto. Desde aquí habrá que salvar dos fuertes pendientes más, tras esta última aparece una bifurcación en el camino donde debes elegir el de la izquierda. AI cabo de unos mil novecientos metros estaremos en la zona mas elevada de la duna, donde se podrá contemplar un paisaje increíble con el océano al fondo y un continuo altibajo que forma ]a propia duna. Desde aquí sale un pequeño carril que lleva a una preciosa duna móvil que aún se mantiene activa, enterrando ya parte de los pinos que encuentra a su paso. Después de contemplar la duna se volverá sobre nuestros pasos hasta conectar nuevamente con el sendero, y por éste a unos 700 m. se llega a un carril que cruza desde donde descenderemos directamente hacia el acantilado.

 

acantilado
 

Una vez situado frente al mar y tras unos cuatro kilómetros recorridos, se podrá contemplar la espectacular línea costera, que se hace interminable a la vista y desde la que se divisan las urbanizaciones costeras de Matalascañas y Mazagón. Asimismo desde aquí podrás observar fácilmente la fauna costera, compuesta fundamentalmente por gaviotas y correlimos, aunque no es difícil encontrar en primavera grupos de zarapitos muy característicos por su pico largo y curvado hacia abajo o algún halcón peregrine que tienen en esta zona un apropiado área de caza. Las plantas, sin embargo, adquieren aquí un tamaño mucho más pequeño ya que encuentran condiciones bastante extremas dada su cercanía al salitre marino, los fuertes vientos V un suelo cada vez más empobrecido. Aquí se pueden apreciar las clavellinas, las viboreras, el barrón o la artemisia. En épocas anteriores existieron grandes enebrales desaparecidos por el uso que el hombre hizo de él durante décadas, para fabricar chozas, realizar ahumados en las almadrabas o crear salsas y mojamas.

Aprovechando algunos de los lugares erosionados por el agua puedes bajar a la playa, aunque con alguna dificultad, y desde allí observar de frente el acantilado. Si te fijas, aparecen líneas de diferentes colores que corresponden a distintos materiales que han ido formando el suelo de Doñana. Destacan unas líneas negras formadas por material vegetal que aún no ha terminado de descomponerse al que se conoce como turba. También llama la atención algunas líneas que aparecen como mojadas y que en periodos húmedos están marcando agua constantemente, permitiendo la presencia de especies adaptadas al agua dulce como la caña.

En estas zonas de la costa desde principios de siglo se localizaban pequeños poblados temporales de veraneantes que construían chozas familiares de una forma más o menos ordenadas y pasaban aquí el verano.

Tras un buen baño, si apetece, se inicia el camino de regreso, que es la mitad de largo que la ida, ya que no abandonaremos nunca el carril que sube desde el acantilado en línea recta hasta llegar al final de la duna. En el regreso es interesante parar tras la subida inicial a unos 600 metros del acantilado, para contemplar una panorámica de la gran llanura verde del Abalario, casi un mar de pinos, asimismo se puede observar con nitidez, en días claros, hasta la serranía de Cádiz.

Una vez realizada la parada se continúa por el sendero hasta llegar nuevamente a la laguna desde donde se iniciará el regreso hasta la carretera.

Fuente: Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía